Manual para depender mejor.
Pasos para una liberación posible en tiempos de opresión planetaria.
No hay afuera1, esta es la raíz de la opresión planetaria antropocéntrica. No hay un afuera hacia el cual escapar en este tiempo de crisis globales anidadas que niegan el futuro de nuestra especie—y el de otras muchas—. No hay un afuera donde esconder la externalidades de un metabolismo extractivista de lo humano, que nos permita amagar la condición suicida del crecimiento ilimitado.
Ante esta opresión de lo finito, el capital se impone desde el no hay alternativa. Es decir, no hay un afuera posible a esta manera de existir como especie, a este contrato capitalista que marca el compartir mundo escrito con la letra moderna. Así el capital nos sujeta, nos rompe, nos somete, y subyugados, nos obliga a alimentar este esfuerzo desesperado y kamikaze por mantener un dominio que ya no puede ser. Sin afuera quedamos oprimidos, impotentes, en la parte que sufre la presión de este realismo capitalista empujando contra el realismo limitado.
No hay afuera de esta coyuntura existencial—incluso un posible después del capitalismo quedaría atrapado dentro de este realismo interconectado—. Entonces la emancipación habrá de resignificar su realización, reinventarse en la paradoja y en la relación, para abrir nuevos caminos que liberen sin afuera, y que entonces posibiliten el depender mejor.
1.- Recuperar nuestra existencia sesgada.
“[S]i mi supervivencia depende de la relación con otros, con «tú» o un conjunto de «tus» sin los cuales no puedo existir, entonces mi existencia no es sólo mía, sino que se encuentra fuera de mí, en este conjunto de relaciones que preceden y exceden los límites de quien yo soy”. Butler, J. (2008, 12 de febrero). La condición humana. La vulnerabilidad y la supervivencia [Video]. Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).
Mi existencia no es solo mía. Descartes se quedó a medias, cuando él mismo aparece en su pensamiento como ser pensante, descubre el bucle recursivo de relación consigo mismo que le otorga existencia. Pero no atendió al hecho de que también aparecemos en la relación con otros, y de esta manera cercenó nuestra existencia, levantando un muro invisible que nos separa de una parte de nosotros mismos y de los demás. De alguna manera inventa un sujeto mermado con un afuera posible. Esta distancia inspira siglos de una purificación del yo y del hombre, que domina la modernidad, pero que entra en crisis ante el no hay afuera de nuestro tiempo.
Emanciparse sin el afuera es primero transcurrir la des-emancipación moderna cartesiana, recuperar la parte de nuestra existencia que nos permite volver dentro del nosotros con todo, para desde aquí resignificar la liberación. Esta existencia recuperada es esa existencia que no es mía de Butler, que es en cambio nuestra, porque necesita de ti y de mí. Así, de alguna manera, existimos en la relación, tal como nos dice Butler—y tantos otros, Whitehead, Latour, Barad, Deleuze—. Pero, ¿dónde se da esta relación? Pues mis ojos me muestran un cuerpo que aparte de estar en la relación dice, «[s]oy aquí, en este lugar donde vive mi cuerpo diferenciado»2, porque existir es también diferir3, diferenciarse. «Existencia procede del latín (incluida una prehistoria griega). El verbo existere significa “emerger, aparecer”. Traducida literalmente, la palabra significa “sobre-salir”, “ante-salir”, “des-tacar”. Destaca lo que existe, y se diferencia de otros objetos mediante sus características»4. Existir es aparecer diferenciado, pero quizás esta emergencia es confundida con separación cuando es percibida, que supondría una diferenciación absoluta que no es posible. En el “aquí” de Butler, mis ojos sesgan ontológicamente mi cuerpo, miran en el espacio-tiempo, que es posterior al campo de la afectación (Morton 2024), de la agencia, donde efectivamente puede darse la relación.
Recuperar nuestra existencia es entender que la diferencia no es sinónimo de discontinuidad ontológica, y que el yo, y el aquí, se configuran desde cambios en el allí ontológico conectado. Entonces la liberación sin afuera es un reconfigurar lo ensamblado5. Ante la opresión, el ser se retuerce en contracciones para intentar “soltarse” de los cuerpos de relación cuya subordinación ha de dejar atrás. Siendo este “soltarse” una redefinición de las dependencias y no una rotura de la conexión—cambia la relación, rara vez desaparece por completo—.
La emancipación busca el “parto” ontológico, siguiendo quizás la inercia de la emancipación primigenia involuntaria, que de manera forzada y violenta—al expulsarnos del útero—nos enseñó el camino que somos y como hacer vida a golpe de contracción. La emancipación como un reconfigurar las dependencias, se imbrica en nuestra existencia interdependiente. Así los distintos estadios de una vida son definidos por un camino emancipatorio también de antiguos “yoes”—antiguas dependencias—antes de llegar a las emancipaciones del otro.
Dice Butler que el cuerpo «está fuera de sí mismo, en el mundo de los otros, en el espacio y el tiempo que no controla, y no solo existe en el vector de estas relaciones, sino que es el vector mismo». En el vector, el yo y el otro hacen un nosotros inevitable, donde se pierden los rastros del límite del ser. La emancipación es el conflicto de este nosotros. Es un nosotros parásito que oprime y sujeta primero ontológicamente, y comienza a asfixiar nuestra existencia. A golpe de contracción emancipadora produciremos cambio, y con este, nueva subjetividad. Recuperar nuestra existencia sesgada, nos permite operar desde esta subjetividad que obra desplazamientos desde lo ontológico. Obrando los desplazamientos que reconfiguran la existencia interdependiente para abrir un camino que permite el emanciparse de para re-asociarse con. El éxito de esta contracción nos reensambla.
2.- Hacernos cargo de nuestra vulnerabilidad.
Nuestra vulnerabilidad emerge de esta existencia recuperada, de este nosotros que nos obliga a habitar el mismo espacio de afectación. Para Butler «[e]l cuerpo que existe expuesto y próximo a los otros, a la fuerza externa, a todo lo que puede subyugarlo y dominarlo, es vulnerable al daño; el daño es el abuso de esta vulnerabilidad»6. De la misma manera, para Garcés «somos seres vulnerables, inseparablemente ligados a nuestra fragilidad física, mental, política y cultural. Somos vulnerables porque somos dañables. Esta condición nos pone a unos en manos de otros y nos exige la responsabilidad de cuidarnos»7. Desde nuestra finitud, en la finitud conectada que hace sentir la agencia de unos sobre los otros, la vulnerabilidad es la gran igualadora. «La llamada a la interdependencia es, por tanto, una llamada a superar el quiasma y a moverse hacia un reconocimiento de la precaria condición general. No puede ser que el otro sea destructible y yo no; y no puede ser que yo sea destructible y el otro no; sino que la vida, concebida como una vida precaria, es una condición generalizada».
Pero esta vulnerabilidad no es solo la apertura al daño. Es la misma exposición al vínculo potencial de daño la que puede hacernos libres del mismo sufrimiento. Y así, es también la posibilidad del cuidado que menciona Garcés. «[T]ener vinculada la propia supervivencia a los otros de esta manera es un riesgo constante de socialidad: su promesa y su amenaza. El mismo hecho de estar vinculado a los otros fija la posibilidad de estar subyugado». Pero, también «[e]l hecho mismo de estar vinculado a los otros fija la posibilidad de quedar liberado del sufrimiento, de conocer la justicia e, incluso, de amar»8 .
Aceptar esta vulnerabilidad igualadora es el primer paso para poder asirse a su potencia emancipadora. Así, «hacernos cargo de lo que somos»9. En la emancipación sin afuera nos “quedamos”, y nos entregamos a nuestra vulnerabilidad a través del cuidado. Para ofrecer lo paliativo, para reparar el daño, para «todos aquellos trabajos asociados con la reproducción social»10. Pero también, para permitir «la existencia misma de las comunidades y de los bienes comunes […][c]ontra la tendencia individualizadora»11. Para levantar «resistencias en relación con las diferentes formas de destrucción que el capitalismo global provoca en entornos sociales, políticos, culturales y naturales, así como también en la salud física y mental»12. Y desde estas, reconfigurar nuevas dependencias que resignifiquen en nuevas vidas liberadas más vivibles.
Aceptar esta vulnerabilidad es ser radicalmente honestos, también con nuestra hipocresía13 por no poder no contribuir con nuestras vidas al todo conectado que produce la opresión que queremos reensamblar, aceptar esta hipocresía es desarticular la distancia cínica que ficticiamente nos separa14. Es ser honestos también con este miedo que desde la vulnerabilidad lo impregna todo. Es desde esta honestidad radical que pueden cultivarse la confianza mínima que se necesita para dar el paso valiente hacia el vínculo emancipador distinto. Que rebaja el orgullo que también nos aleja del otro. Que permite buscar el refugio compartido del cuidado desde el que depender mejor.
3.- Rendirnos hacia lo suficiente.
La emancipación sin afuera necesita de la fuerza generadora de vida del cuidado que nos presenta Garcés. Y evitar, tal como ella teme, operar únicamente desde su dimensión paliativa15. No le falta razón, la guerra a la vida fuerza las prioridades, y puede no dejar espacio para esta grandeza positiva del cuidado. Por ello, hemos de buscar el espacio donde la violencia amaine, y pueda germinar la nueva vida distinta. Para ello habremos de rendirnos hacia lo suficiente.
La Boétie supo ver muy bien la paradoja en la que se encuentra el que somete a otros. Y como en las redes de servidumbre, de manera contraintuitiva, se invierte el grado de libertad hacia el centro. Aquellos con la suerte de vivir en los puntos más alejados del centro de las redes de “lealtad” que sostienen esta servidumbre, serán los que, en la medida de lo posible, más libres son. Nos dice, «las gentes del campo, a quienes pisotean y tratan peor que a presidiarios o esclavos, son, no obstante, más felices y más libres que ellos. El labrador y el artesano, por muy sometidos que estén, quedan en paces al hacer lo que se les manda»16. Rendirse, dejar ir, se presenta entonces también como liberador. En la emancipación sin afuera abrazaremos la dimensión positiva—al contrario que Garcés—de la rendición antropológica17, hasta encontrar su término suficiente que nos aleje del centro de la tiranía.
Podría entonces parecer, que el camino de rendición implica tomar distancia hacia un afuera, pero como hemos dicho, esto no es posible. La tiranía moderna que nos oprime tiene forma de toroide, es el centro lo que nos rodea. Tal como nos dice De Sousa, «el centro está en los márgenes»18. El realismo capitalista nos plantea un gradiente de vida que está entre el todo más opresivo hasta la nada más violenta e inmovilizante. Entre fuerzas de movilización para la autosuperación, el éxito, la gran acumulación, y la tensión de exclusión19 centrípeta marginal de lo que no tiene valor y es paria. Entre vidas siempre insuficientes y vidas desechadas. La emancipación sin afuera ocurre en el punto medio de equilibro entre estas energías que supone lo suficiente. La servidumbre suficiente para tener una vida, la rebeldía suficiente para crear vida digna desde el cuidado. Más aún, porque el camino de lo suficiente reconfigura el depender al neutralizar el crecimiento ilimitado. Y es así que emancipa.
Bibliografía:
Butler, J (2008), Vulnerabilidad, supervivencia. Barcelona: CCCB.
Herrero, Y (2018) Por una antropología de la vulnerabilidad y los límites, Lección en Egoa (UPV-EHU).
Garcés, M. (2019), Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado y el daño, Folia Humanística, 12
Garcés, M. (2019), Emancipación, en AAVV, Humanidades en acción, Rayo verde.
Sousa Santos, B. de. (2006). Capítulo II. Una nueva cultura política emancipatoria. En Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social (Encuentros en Buenos Aires).
Morton, T. (2018). Hiperobjetos: Filosofía y ecología después del fin del mundo (A. García Casado, Trad.). Madrid: Alpha Decay.
Latour, B. (2008). Reensamblar lo social: Una introducción a la teoría del actor-red (M. I. Yriarte, Trad.). Buenos Aires: Manantial.
Harman, G. (2018). Object-Oriented Ontology: A New Theory of Everything. London: Penguin Books.
La Boétie, E. (2008). El discurso de la servidumbre voluntaria. Buenos Aires: Terramar.
Gabriel, M. (2015). Por qué el mundo no existe (J. M. Madariaga, Trad.). Editorial Pasado & Presente.
Morton, T. (2018). Hiperobjetos: Filosofía y ecología después del fin del mundo (A. García Casado, Trad.). Madrid: Alpha Decay. pp 17.
Butler, J (2008), Vulnerabilidad, supervivencia. Barcelona: CCCB.
Latour recuerda esta concepción del existir de Jean-Gabriel de Tarde en Latour, B. (2008). Reensamblar lo social: Una introducción a la teoría del actor-red (M. I. Yriarte, Trad.). Buenos Aires: Manantial. pp 33.
Gabriel, M. (2015). Por qué el mundo no existe (J. M. Madariaga, Trad.). Editorial Pasado & Presente. pp 44.
Desde DeLanda y Latour, la existencia se entiende como un entanglement de relaciones materiales y simbólicas. Cambiar, entonces, no es transformar entidades aisladas, sino reconfigurar el ensamblaje relacional que las constituye.
Butler, J (2008), Vulnerabilidad, supervivencia. Barcelona: CCCB.
arcés, M. (2019), Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado y el daño, Folia Humanística pp 2.
Butler, J (2008), Vulnerabilidad, supervivencia. Barcelona: CCCB.
Garcés, M. (2019), Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado y el daño, Folia Humanístic pp 14.
Ibid pp 5.
Ibid pp 5.
Ibid pp 5.
“Los humanos han entrado en una era de hipocresía. […] El tiempo de los hiperobjetos es un tiempo de hipocresía, debilidad e inconsistencia.” Morton, T. (2018). Hiperobjetos: Filosofía y ecología después del fin del mundo (A. García Casado, Trad.). Madrid: Alpha Decay. pp 214.
“[…] si no hay metalenguaje, entonces la distancia cínica, el modo ideológico dominante de la izquierda, está en muy mal estado y no podrá hacer frente al tiempo de los hiperobjetos.” (cap. “Hipocresías”) Ibid pp 17
Garcés, M. (2019), Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado y el daño, Folia Humanística pp 3.
La Boétie, E. (2008). El discurso de la servidumbre voluntaria. Buenos Aires: Terramar. pp 69.
Garcés, M. (2019), Emancipación, en AAVV, Humanidades en acción, Rayo verde. pp 24.
Sousa Santos, B. de. (2006). Capítulo II. Una nueva cultura política emancipatoria. En Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social (Encuentros en Buenos Aires). pp 50.
Ibid pp 54.

